Accidentes Cerebrovasculares

El accidente cerebrovascular agudo (ACVA) se produce cuando se interrumpe repentinamente el suministro de sangre a una parte del cerebro o cuando se rompe un vaso sanguíneo en el cerebro. Las células cerebrales, cuando dejan de recibir oxígeno o nutrientes de la sangre (isquemia), mueren. La evolución dependerá de la intensidad y localización de la isquemia y de la capacidad del cerebro para recuperarse (Discapnet, 2006).

Existen dos formas de ACV, el Accidente Cerebral Isquémico (cuando hay un bloqueo de un vaso sanguíneo que suministra sangre la cerebro) y el Accidente Cerebral Hemorrágico (cuando se rompe un vaso sanguíneo en el cerebro) (Discapnet, 2006).

Los síntomas más característicos que se presentan con los ACV son entumecimiento o debilidad repentina, sobre todo de una parte del cuerpo; confusión repentina o problemas con el habla o la comprensión; problemas repentinos con la vista en uno o en ambos ojos; problemas repentinos para andar, mareos o pérdida de equilibrio o coordinación y dolor de cabeza repentino, severo, sin causa conocida (Discapnet, 2006).

Por último, algunas de las incapacidades que pueden resultar de un accidente cerebrovascular son la parálisis, déficit cognitivo, déficit del lenguaje, déficit emocional, y dolor (Discapnet, 2006)

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